miércoles, 24 de octubre de 2012

HALLA EN LA CAUSA DE SU AMOR TODOS LOS BIENES

HALLA EN LA CAUSA DE SU AMOR TODOS LOS BIENES Después que te conocí, todas las cosas me sobran: el sol para tener día, abril para tener rosas. Por mi bien pueden tomar otro oficio las auroras, que yo conozco una luz que sabe amanecer sombras. Bien puede buscar la noche quien sus estrellas conozca, que para mi astrología ya son oscuras y pocas. Gaste el oriente sus minas con quien avaro las rompa, que yo enriquezco la vista con más oro a menos costa. Bien puede la margarita guardar sus perlas en conchas, que Búzano de una Risa las pesco yo en una boca. Contra el tiempo y la fortuna ya tengo una inhibitoria: ni ella me puede hacer triste, ni él puede mudarme un hora. El oficio le ha vacado a la muerte tu persona: a sí misma se padece, sola en ti viven sus obras. Ya no importunan mis ruegos a los cielos por la gloria, que mi bienaventuranza tienes jornada más corta. La sacrosanta mentira que tantas almas adornan, busque en Portugal vasallos, en Chipre busque coronas. Predicaré de manera tu belleza por Europa, que no haya herejes de gracias, y que adoren en ti solas.

ADVIERTE AL TIEMPO DE MAYORES HAZAÑAS, EN QUE PODRÁ EJERCITAR SUS FUERZAS

ADVIERTE AL TIEMPO DE MAYORES HAZAÑAS, EN QUE PODRÁ EJERCITAR SUS FUERZAS Tiempo, que todo lo mudas, tú, que con las horas breves lo que nos diste, nos quitas, lo que llevaste, nos vuelves: tú, que con los mismos pasos, que cielos y estrellas mueves, en la casa de la vida, pisas umbral de la muerte. Tú, que de vengar agravios te precias como valiente, pues castigas hermosuras, por satisfacer desdenes: tú, lastimoso alquimista, pues del ébano que tuerces, haciendo plata las hebras, a sus dueños empobreces: tú, que con pies desiguales, pisas del mundo las leyes, cuya sed bebe los ríos, y su arena no los siente: tú, que de monarcas grandes llevas en los pies las frentes; tú, que das muerte y das vida a la vida y a la muerte. Si quieres que yo idolatre en tu guadaña insolente, en tus dolorosas canas, en tus alas y en tu sierpe: si quieres que te conozca, si gustas que te confiese con devoción temerosa por tirano omnipotente, da fin a mis desventuras pues a presumir se atreven que a tus días y a tus años pueden ser inobedientes. Serán ceniza en tus manos cuando en ellas las aprietes, los montes y la soberbia, que los corona las sienes: ¿y será bien que un cuidado, tan porfiado cuan fuerte, se ría de tus hazañas, y victorioso se quede? ¿Por qué dos ojos avaros de la riqueza que pierden han de tener a los míos sin que el sueño los encuentre? ¿Y por qué mi libertad aprisionada ha de verse, donde el ladrón es la cárcel y su juez el delincuente? Enmendar la obstinación de un espíritu inclemente, entretener los incendios de un corazón que arde siempre; descansar unos deseos que viven eternamente, hechos martirio del alma, donde están porque los tiene; reprender a la memoria, que con los pasados bienes, como traidora a mi gusto a espaldas vueltas me hiere; castigar mi entendimiento, que en discursos diferentes, siendo su patria mi alma, la quiere abrasar aleve; éstas si que eran hazañas, debidas a tus laureles, y no estar pintando flores, y madurando las mieses. Poca herida es deshojar los árboles por noviembre, pues con desprecio los vientos llevarse los troncos suelen. Descuídate de las rosas, que en su parto se envejecen; y la fuerza de tus horas en obra mayor se muestre. Tiempo venerable y cano, pues tu edad no lo consiente, déjate de niñerías, y a grandes hechos atiende.

REFIERE SU NACIMIENTO Y LAS PROPIEDADES QUE LE COMUNICÓ

REFIERE SU NACIMIENTO Y LAS PROPIEDADES QUE LE COMUNICÓ Parióme adrede mi madre, ¡ojalá no me pariera!, aunque estaba cuando me hizo, de gorja naturaleza. Dos maravedís de luna alumbraban a la tierra, que por ser yo el que nacía, no quiso que un cuarto fuera. Nací tarde, porque el sol tuvo de verme vergüenza, en una noche templada entre clara y entre yema. Un miércoles con un martes tuvieron grande revuelta, sobre que ninguno quiso que en sus términos naciera. Nací debajo de Libra, tan inclinado a las pesas, que todo mi amor le fundo en las madres vendederas. Dióme el León su cuartana, dióme el Escorpión su lengua, Virgo, el deseo de hallarle, y el Carnero su paciencia. Murieron luego mis padres, Dios en el cielo los tenga, porque no vuelvan acá, y a engendrar más hijos vuelvan. Tal ventura desde entonces me dejaron los planetas, que puede servir de tinta, según ha sido de negra. Porque es tan feliz mi suerte, que no hay cosa mala o buena, que aunque la piense de tajo, al revés no me suceda. De estériles soy remedio, pues con mandarme su hacienda, les dará el cielo mil hijos, por quitarme las herencias. Y para que vean los ciegos pónganme a mí a la vergüenza; y para que cieguen todos, llévenme en coche o litera. Como a imagen de milagros me sacan por las aldeas, si quieren sol, abrigado, y desnudo, porque llueva. Cuando alguno me convida no es a banquetes ni a fiestas, sino a los misas cantanos para que yo les ofrezca. De noche soy parecido a todos cuantos esperan, para molerlos a palos, y así inocente me pegan. Aguarda hasta que yo pase si ha de caerse una teja; aciértanme las pedradas, las curas sólo me yerran. Si a alguno pido prestado, me responde tan a secas, que en vez de prestarme a mí, me hace prestar la paciencia. No hay necio que no me hable, ni vieja que no me quiera, ni pobre que no me pida, ni rico que no me ofenda. No hay camino que no yerre, ni juego donde no pierda, ni amigo que no me engañe, ni enemigo que no tenga. Agua me falta en el mar, y la hallo en las tabernas, que mis contentos y el vino son aguados donde quiera. Dejo de tomar oficio, porque sé por cosa cierta, que siendo yo el calcetero andarán todos en piernas. Si estudiara medicina, aunque es socorrida ciencia, porque no curara yo, no hubiera persona enferma. Quise casarme estotro año, por sosegar mi conciencia, y dábanme un dote al diablo, con una mujer muy fea. Si intentara ser cornudo, por comer de mi cabeza, según soy de desgraciado, diera mi mujer en buena. Siempre fue mi vecindad mal casados que vocean, herradores que madrugan, herreros que me desvelan. Si yo camino con fieltro se abrasa en fuego la tierra, y en llevando guardasol está ya de Dios que llueva. Si hablo a alguna mujer, y le digo mil ternezas, o me pide o me despide, que en mí es una cosa mesma. En mí lo picado es roto, ahorro cualquier limpieza, cualquier bostezo es hambre, cualquiera color vergüenza. Fuera un hábito en mi pecho remiendo sin resistencia, y peor que besamanos en mí cualquier encomienda. Para que no estén en casa los que nunca salen della, buscarlos yo sólo basta, pues con eso estarán fuera. Si alguno quiere morirse sin ponzoña o pestilencia, proponga hacerme algún bien, y no vivirá hora y media. Y a tanto vino a llegar la adversidad de mi estrella, que me inclinó que adorase con mi humildad tu soberbia. Y viendo que mi desgracia no dio lugar a que fuera como otros tu pretendiente, vine a ser tu pretenmuela. Bien sé que apenas soy algo, mas tú de puro discreta, viéndome con tantas faltas, que estoy preñado sospechas. Aquesto Fabio cantaba a los balcones y rejas de Aminta, que aun de olvidarle le han dicho que no se acuerda.

BURLA DE LOS ERUDITOS DE EMBELECO, QUE ENAMORAN A FEAS CULTAS

BURLA DE LOS ERUDITOS DE EMBELECO, QUE ENAMORAN A FEAS CULTAS Muy discretas y muy feas, mala cara y buen lenguaje, pidan cátedra y no coche, tengan oyente y no amante. No las den sino atención, por más que pidan y parlen, y las joyas y el dinero, para las tontas se guarde. Al que sabia y fea busca, el Señor se la depare: a malos conceptos muera, malos equívocos pase. Aunque a su lado la tenga, y aunque más favor alcance, un catedrático goza, y a Pitágoras en carnes. Muy docta lujuria tiene, muy sabios pecados hace, gran cosa será de ver cuando a Platón requebrare. En vez de una cara hermosa, una noche, y una tarde, ¿qué gustos darán a un hombre dos cláusulas elegantes? ¿Qué gracia puede tener mujer con fondos de fraile, que de sermones y chismes, sus razonamientos hace? Quien deja lindas por necias, y busca feas que hablen, por sabias, como las zorras, por simples deje las aves. Filósofos amarillos con barbas de colegiales, o duende dama pretenda, que se escuche, no ose halle. Échese luego a dormir entre bártulos y abades, y amanecerá abrazado de Zenón y de Cleantes. Que yo para mi traer, en tanto que argumentaren los cultos con sus arpías, algo buscaré que palpe.

BODA DE NEGROS

BODA DE NEGROS Vi, debe de haber tres días, en las gradas de San Pedro, una tenebrosa boda, porque era toda de negros. Parecía matrimonio concertando en el infierno, negro esposo y negra esposa, y negro acompañamiento. Sospecho yo que acostados parecerán sus dos cuerpos, junto el uno con el otro algodones y tintero. hundíase de estornudos la calle por do volvieron, que una boda semejante hace dar más que un pimiento. Iban los dos de las manos, como pudieran dos cuervos; otros dicen como grajos, porque a grajos van oliendo. Con humos van de vengarse, que siempre van de humos llenos, de los que por afrentarlos, hacen los labios traseros. Iba afeitada la novia todo el tapetado gesto, con hollín y con carbón, y con tinta de sombreros. Tan pobres son que una blanca no se halla entre todos ellos, y por tener un cornado casaron a este moreno. Él se llamaba Tomé, y ella Francisca del Puerto, ella esclava y él esclavo, que quiere hincársele en medio. Llegaron al negro patio, donde está el negro aposento, en donde la negra boda ha de tener negro efecto. Era una caballeriza, y estaban todos inquietos, que los abrasaban pulgas por perrengues o por perros. A la mesa se sentaron, donde también les pusieron negros manteles y platos, negra sopa y manjar negro. Echólos la bendición un negro veintidoseno, con un rostro de azabache y manos de terciopelo. Diéronles el vino tinto, pan entre mulato y prieto, carbonada hubo, por ser tizones los que comieron. Hubo jetas en la mesa, y en la boca de los dueños, y hongos, por ser la boda de hongos, según sospecho. Trujeron muchas morcillas, y hubo algunos que, de miedo, no las comieron pensando se comían a si mesmos. Cuál por morder el mondongo se atarazaba algún dedo, pues sólo diferenciaban en la uña de lo negro. Mas cuando llegó el tocino hubo grandes sentimientos, y pringados con pringadas un rato se enternecieron. Acabaron de comer, y entró un ministro guineo, para darles agua manos con un coco y un caldero. Por toalla trujo al hombro las bayetas de un entierro. Laváronse, y quedó el agua para ensuciar todo un reino. Negros dellos se sentaron sobre unos negros asientos, y negras voces cantaron también denegridos versos. Negra es la ventura de aquel casado, cuya novia es negra, y el dote en blanco.